La poesía desarraigada

La poesía desarraigada es una corriente poética de tipo existencialista que se produce en España en la década de los años 40, como resultado de la devastación moral y material producida por la Guerra Civil y los terribles acontecimientos posteriores: Segunda Guerra Mundial, Holocausto judío, Guerra Fría entre los bloques capitalista y comunista, miedo a la bomba atómica...

Historia[]

Esta poesía desarraigada o existencial va directamente relacionada con el clima político en el que se encontraba España después de la Guerra Civil (1936-1939). España finalizado el conflicto bélico se dividió socialmente en dos bandos: el de los vencedores, los franquistas, y el de los perdedores, los republicanos. Así pues, de la misma forma también se dividieron los autores y por consiguiente la poesía.

Por el lado de los escritores más afines a Franco nació una poesía llamada "arraigada", clasicista y feliz, agrupada en torno a la revista Garcilaso. Por el lado de los más críticos - o no tanto, pero al menos con una conciencia muy "tocada" por las brutalidades de la guerra, observamos una poesía pesimista, dura, triste, negativa y falta de esperanza en el futuro del hombre.

La poesía desarraigada empezó a aparecer publicada en la revista Espadaña. Los autores principales de esta

revista fueron: Victoriano Crémer (1906), Eugenio G. de Nora (1923) y Antonio González de Lama. La revista que se componía de las obras de estos autores y otros como los jóvenes Blas de Otero o José Hierro. Tenía un tono de desarraigo existencialista que les servía para expresar su disconformidad con el régimen y su falta de fe en la humanidad. Con estas características desde su creación (1944) a su fin (1951) mantuvo una línea editorial de compromiso social y político.

Entre los diferentes autores de esta corriente destaca Dámaso Alonso que en el libro “Hijos de la ira" (1944) publicó el poema "Insomnio". Quizá éste es el poema más representativo de esta corriente.

Temática[]

La temática viene condicionada por el sentimiento de tristeza de los “perdedores” después de la guerra, ya que esta les hace ver la fragilidad del ser humano, la destrucción social y la pasividad de Dios ante las desgracias. Dios no es ya un símbolo de equilibrio y serenidad, sino la única posibilidad de salvación del hombre.

La idea de haber sido arrojados a un mundo absurdo produce en ellos un matiz fuerte de angustia y un vacío existencial.

Por otro lado el tema de la religión es un tratado desde un enfoque ateísta por el hecho de que los autores desarraigados consideran que Dios ha permitido que tuviera lugar todo el sufrimiento que se ha producido en la guerra.

En general, el estilo deja de ser clásico y se vuelve violento destacando la utilización de un lenguaje mucho más brusco. Los temas se relacionan con la realidad del momento (la muerte, la soledad, la violencia..) y, finalmente, esta poesía supone las bases de la poesía social.

Estética[]

Dejando de banda el tono duro, quebrado y violento que tienen las obras debido a los temas que se tratan, la estética se sostiene sobre los pilares de un lenguaje cotidiano, directo, sencillo y nada evasivo a la hora de tratar temas conflictivos y prefiere todo el verso libre sin rima y el versículo.

En los poemas de esta corriente son frecuentes los encabalgamientos abruptos y las braquilogías. Ejemplo de ello son los poemas de Blas de Otero donde se encuentran este tipo de recursos.

Por lo tanto es un tipo de poesía que se parece a la poesía impura ya que la estrofa clásica se ve también reemplazada por el verso largo y polimétrico se acerca a menudo la poesía a la prosa.